KLIMTA

A ROOM OF MY OWN

Friday, June 30, 2006

EL MUNDO DE LOS MALENTENDIDOS



Una de las cosas que me crea mucha inquietud son los malentendidos. Tú pretendes decir algo con un fin, con una intención pero tu interlocutor/a lo entiende de otra forma, le da otros matices, lo que pretendía ser algo positivo se convierte en algo negativo, lo que era alegre crea desagrado y así un sinfin de accepciones. Al principio te quedas sorprendida, rebates tu argumento, intentas que vuelvan a entender lo que pretendías decir, pero nada, inútil. Me carcome, sobre todo cuando acaba en enfado o malestar y aún encima no consigues repararlo, ni consigues justificación alguna para que las aguas vuelvan a su cauce.
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Aprovecho este mismo post para agradecer a mi querido Rythmduel el precioso regalo que me dejó hace unos días.

Vivía- pudo vivir- con una palabra apretada entre los labios.
Murió con la palabra apretada en los labios.
Echaron tierra sobre la palabra.
Se deshicieron los labios bajo la tierra.
Y todavía quedó la palabra apretada no sé dónde!

Dulce María Loynaz

Wednesday, June 28, 2006

Quince minutos

“El Gobierno revisará los casos de los inmigrantes que iban a ser expulsados.”

El titular del periódico me alcanza al mismo tiempo que Trini deposita el café cortado muy caliente y corto de leche sobre la mesa.

No me hace falta consultar el reloj. Son las diez en punto de la mañana y nuestro ritual de camarera y cliente se ha ejecutado sin novedad. Inmediatamente después se escucha la sintonía de un noticiario radiofónico. Nos sonreímos como de costumbre, confortados por esta modesta y precisa sucesión de actos. Buenos días. Buenos días, Trini. Ella culmina la ceremonia alejándose hacia la barra con las caderas rebosantes dentro de una escasa falda. Sortea mesas con paso largo y satisfecho, tan relajada y volandera como su blusa de seda.

Hay exactamente doce mesas. Doce antiguas mesas de costurera reconvertidas para la ocasión. Tabla de mármol y armazón de hierro forjado, pesadísimas. En algunas, como la mía, todavía puede accionarse el pedal basculante que hace girar la rueda de transmisión. Suelo hacerlo mientras leo.

Tracatra, tracatra, tracatra, y los segundos corren.

Volteo el periódico después de revisar los titulares. Siempre lo volteo y empiezo a ojearlo por la última página. En la contraportada encuentro los artículos más interesantes. Lo mismo me pasa con la vida: en su reverso descubro las mejores verdades, las más discretas, las menos obvias.

Voltear el periódico. Beber el primer sorbo de café. Ahora sí, consultar el reloj.

Me gustaría verme desde fuera. Por ejemplo, desde una perspectiva cinematográfica. Plano general: la cafetería. Primeros planos: el titular periodístico y un poco de vapor de café caliente (qué lástima que el aroma sea invisible). Las caderas de Trini. Mi mano sujetando el periódico. Y luego el reloj: apenas han transcurrido dos minutos.

Toca cigarrillo. Lo enciendo sin tragarme el humo, que inhalo y expulso por pura estética. Un homenaje (inconscientemente, Bogart). Un gesto ceremonial e inútil: el cigarrillo de las diez y dos minutos, su brasa prendiéndose justo en el primer avance del segundero mientras el humo me empaña la visión.

Una docena de madres se encierra para exigir que se les devuelva la custodia de sus hijos.”

Repito mentalmente la cabecera del artículo de contraportada. No tengo ganas de seguir leyendo.

Pienso en la cafetería. Esta ubicada en un cuadrángulo no muy grande pero bastante bien aprovechado. La barra ocupa casi toda mi derecha, con las mesas de costura alineadas a su lado en fila de a uno menos al final. Allí la superficie se ensancha y las mesas se disponen en forma de parrilla. El conjunto del local, no sé por qué, siempre me ha recordado a un laberinto.

Enciendo otro pitillo infructífero y prosigo con mi reconocimiento.

Mi mesa es la tercera según se entra. Es mía, insisto. Desde que tomé posesión de ella nadie parece disputármela.

Siempre está libre a las diez en punto.

Lo mismo ocurre con el lugar de Diosa. Cuando ella llega, exactamente nueve minutos más tarde, ocupa la mesa central del fondo, el punto medio en un imaginario cinco de un enorme dado que hoy pretendo echar por última vez.

Calculo que para desplazarme hacia la posición de Diosa debo andar unos diez pasos dirección norte (ella siempre ocupa mi referencia polar) y luego otros dos al noroeste. He repetido este recorrido en mi cabeza mil cuarenta y cuatro veces. Mil cuarenta y cuatro incorporaciones, mil cuarenta y cuatro aspiraciones nerviosas de aire enrarecido y doce mil quinientos veintiocho pasos soñados hacia ella. Todo para poder divisar finalmente su rostro, la misteriosa vuelta de esquina que lleva hurtándoseme desde su primera aparición hace hoy doscientos ocho lunes. Como entonces, Diosa ha pasado a mi lado sin que yo me diera cuenta, aprovechando tal vez el instante de un desvío de mirada o uno de mis gestos de falso fumador.

Nunca la he podido ver en tránsito a pesar de encontrarme siempre al acecho, aguardándola. Nunca he divisado su cara. Sólo me ofrece su espalda, materializada de repente en la mesa punto cinco, y sólo el largo y oscuro vestido que la cubre parece saludarme con un vaporoso aleteo (yo creo que me invita).

Trini se acerca y limpia su mesa. No hay miradas ni saludos entre ellas, como si por un extraño sortilegio ambas fueran incapaces de reconocerse.

Diosa. La llamo así por sus hechuras olímpicas. Pura imaginería. Alta, sublime, inalcanzable efigie.

¿Sabrá que existo?. Debería saberlo. Para llegar a su altar ha tenido por fuerza que advertirme. Nada conocerá, pero, de mi pasión por ella, nada del templo que he levantado acumulando adoraciones, la metodología casi científica que despliego para biografiarla e indagar en sus escuetísimos movimientos o en la monotonía de su vestuario. A fuerza de escudriñarla casi es mía. Hasta ahora sólo me ha faltado el coraje final para plantarme en su mesa y saludarla con cualquier pretexto.

Hoy voy a hacerlo.

Lo haré cuando consuma la última calada. Hoy, a las diez y quince minutos, apagaré como siempre mi pitillo y como nunca, me dirigiré hacia ella. Andaré los pasos imaginados y me sentaré a su lado. Juro que no escaparé ni dudaré. Al fin y al cabo, tal vez ella también me esté esperando, pacientísima, ajena al transcurso del tiempo. Incluso puede que ahora se encuentre como yo, dudando (¿me levanto, me vuelvo hacia él, le miro?). La idea me gratifica y anima.

“Una docena de madres se encierra ...”

Atascado en la noticia he terminado el café. El cigarrillo está casi exhausto y el segundero me apremia, resucitando mi cobardía. Finalmente no seré capaz, ya lo estoy viendo. Recojo mis cosas y me incorporo, dispuesto a marcharme. Seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno...

Quince minutos.

Adiós.

Sin embargo, apenas decido la huída cuando advierto que ella se dispone a levantarse y a mostrar, al fin, su rostro. Es en este último instante cuando me golpea el miedo. Reconozco en mí el pavor silencioso, la duda agazapada en mis entrañas desde el primer día en que la vi.

El terrible pensamiento es: quizás ni siquiera exista.

O peor, tanto esperar para encontrar el único destino irrenunciable: una sonrisa gélida y descarnada, unas cuencas carentes de ojos (albergues de abismos) y un hueso blanquísimo contra el vestido azabache.

Una invitación muda y terrible: la de mi elegante, enigmática y propia muerte.

Pero no.

No. No es mi muerte quien ahora me está mirando, es Diosa, es ella.

El miedo, sin embargo, sigue intacto, y no consigo moverme. Ella tampoco. Así permanecemos los dos un largo instante, contemplándonos en la quietud, separados por un abismo de mesas y silencio.

Es casi perfecto: yo contemplándola por vez primera, con la mente confusa y el corazón palpitante, aguantando a pie firme su mirada.

Yo decidiéndome a avanzar.

También es cinematográficamente hermoso. Una última calada de mi pitillo retrotrayéndome a Bogart. Mi acercamiento final, con paso cada vez más seguro.

Mis labios declamando (no sin cierto amaneramiento) palabras absurdas que bien podrían ser el principio de una gran amistad.

Monday, June 26, 2006

CUÁNTA IGUALDAD HAY EN LA IGUALDAD DE GÉNERO/SEXO?



Según pudimos leer en un periódico ayer, la violencia de género da mucho trabajo, muchos rompederos de cabeza. Los/las que velan para que la igualdad se cumpla se quejan, con mucha razón, de que los medios son escasísimos e ineficientes. CUÁNTO HAY DE IGUALDAD???