KLIMTA

A ROOM OF MY OWN

Friday, August 18, 2006

EL RETORNO

Mi tiempo bloguero se ha detenido demasiado, más de lo que pensaba. Esto se debe a varias razones: he estado de vacaciones, he vuelto y la cabeza se me ha llenado de humo y las únicas producciones escritas que me salían contenían ceniza y tercero, mi ordenador se ha vuelto a parar.
(Dado que no puedo incluir imágenes he colocado enlaces que por lo menos os mostrarán imágenes de los sitios que quiero resaltar)

Mis vacaciones este año han sido al sur de Francia. He recorrido el sur de oeste a este (sin llegar a la Costa Azul), lo más al norte que he subido ha sido Toulouse. Me ha encantado la zona de los Pirineos, las praderas de Heidi sin Alpes y sin abuelo que culminan en un lago precioso, dígase le lac de Gaube, muy próximo a Cauterets, al sur de Lourdes. Ciudades medievales como Albi o Carcasonne, aunque a pesar de lo que me recomendaban me quedo con Albi, me impresionó su color rojizo que impregna hasta el auga del río y por supuesto la catedral de Saint Cécile. No conozco ninguna catedral con tal majestuosidad, riqueza de colores, tan bien conservada como esta, es alucinante, te deja perpleja. Tan sólo destacaría un inconveniente: la gran cantidad de gente que permiten entrar. En esta ciudad y al ladito de la catedral se encuentra el museo de Toulouse Lautrec. Es también un verdadero placer pasear por sus calles, estrechitas, dedicadas a oficios tradicionales y con casas típicas.Visité también castillos cátaros que pasan desapercibidos entre las altas rocas de las montañas: Peypertuse, Queribus, etc.
Toulouse es una ciudad muy cómoda para caminar, ofrece mucha actividad y lo que más me gustó fue su largo paseo a lo largo del rio Garonne pasando por sus múltiples puentes. Siguiendo mi recorrido hacia el este, hice parada en Narbonne. Ciudad mucho más pequeña que Toulouse, y por fin me reencontré con el mar. La costa tiene un paisaje muy diferente al que acostumbro a ver en el Atlántico pero me gustó igualmente, destacaría un pueblecito muy pequeñito próximo a Narbonne que se llama
Gruissan, posee gran encanto. El inconveniente de esta zona y que impidió que disfrutase mucho más fue la potente tramontana que no paraba de soplar y hacía que las noches en la tienda de campaña fuesen eternas. Desde aquí inicié el descenso para retornar a través de Cataluña. Antes de entrar en territorio catalán disfruté un par de días en un rinconcito del pais catalán francés llamado Villeneuve de la Rahó, es un pueblecito entorno a un lago que posee una quietud excelente y la temperatura del agua es buenísima. En uno de los últimos días en Francia decidi descender por la costa via Colliure, pasar la frontera de Cerbere, Portbou, pasar por Cadaqués (por referencias de Amanda me apetecía mucho conocer este pueblecito), y conocer un poco estos pequeños pueblos costeros descendiendo por sus sinuosas y estrechas carreteras. El día elegido no fue el mejor pues la afluencia de turistas era masiva, las carreteras estaban saturadísimas y entrar en algunos de estos pueblos fue una odisea. El regreso hacia Perpignan lo iniciamos a través de Figueres pero desafortunadamente el fuego se cruzó en nuestro camino en la autopista, llegué a pasar bastante miedo pues no había mucha escapatoria, el fuego se aproximaba debido al fuerte viento, finalmente circulando en sentido contrario salí de aquel atolladero pero no pudimos volver via la Jonquera sino que emprendimos un eterno regreso de 6 horas otra vez por el camino de la costa. Este día no fue del todo satisfactorio.
Tuve un otro incidente en este viaje. La primera multa de mi vida me la puso un gendarme francés por pasar con el semáforo en ámbar, en Francia, según sus palabras pronunciadas con un tono ultrachulesco, es una falta muy grave. Me acordaré siempre del código de circulacción francés, y de la cara de... del gendarme.

Estas han sido mis vacaciones en el exterior, los tristes días en mi tierra los dejo para otro momento pues todavía estamos saturados con el bombardeo de imágenes de televisión y prensa, en ocasiones un tanto morbosas aunque sean la pura realidad y la tristeza más profunda de personas que perdían sus vidas (en el sentido más general de la palabra).