KLIMTA

A ROOM OF MY OWN

Monday, October 10, 2005


Strawberry girl by Rayzel's Angels

Todas las mañanas recibo a mis pupil@s con unos Buenos Días muy especiales. Reservamos los primeros 15 minutos aprox. del día para comentar alguna noticia relevante de los periódicos, radio o televisión, destacar los Dias de...., o leer un cuento, historia que nos haga reflexionar y empezar el día con algo diferente y más humano que unos simples "radicales", "formulación" o "present perfect".
Uno de los días de la semana pasada les leí este cuento, catalogado como infantil, con el propósito de que pensasen acerca de nuestro pesimismo ante el día a día. El cuento, que creí que resultaría una "chorrada" para mis adolescentes en plena efervescencia hormonal, fue un éxito y dió mucho juego.
Hoy os lo dejo para aquellos que no lo concocéis y para los que ya lo han leído pero me gustaría que tanto unos como otros diéseis vuestra opinión acerca de lo que os transmite este cuentecillo.

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EL DIABLO Y SUS AÑICOS- Hans Christian Andersen

Cierto día un duende malo, el peor de todos, puesto que era el diablo, estaba muy contento porque había preparado un espejo que tenía la propiedad de que todo lo bueno, bonito y noble que en él se reflejaba desaparecía, y todo lo malo, feo e innoble aumentaba y se distinguía mejor que antes.

¡Qué diablura malvada! Los paisajes más hermosos, al reflejarse en el espejo, parecían espinacas hervidas y las personas más buenas tomaban el aspecto de monstruos o se veían cabeza abajo; las caras se retorcían de tal forma que no era posible reconocerlas, y si alguna tenía una peca, ésta crecía hasta cubrirle la boca, la nariz y la frente.

-¡Vengan diablitos, miren que divertido! -decía el diablo.

Había algo peor todavía. Si uno tenía buenos pensamientos, aparecía en el espejo con una sonrisa diabólica, y el peor de todos los duendes se reía satisfecho de su astuta invención. Los alumnos de su escuela, pues tenía una porque era profesor, decían que el espejo era milagroso, porque en él se podía ver, afirmaban, cómo eran en realidad el mundo y los hombres.

Lo llevaron por todos los países y no quedó ningún hombre que no se hubiese visto completamente desfigurado. Pero los diablos no estaban satisfechos.

-¡Quisiéramos llevarlo al Cielo para burlarnos de los ángeles! -dijeron sus alumnos.

Así lo hicieron, pero cuanto más subían, más muecas hacía el espejo y más se movía, y casi no lo podían sostener. Subieron y subieron con su carga, acercándose a Dios y a los ángeles. El espejo seguía moviéndose; se agitaba con tanta fuerza que se les escapó de las manos y cayó a tierra y se rompió en más de cien millones de pedazos.

Pero entonces la cosa fue peor todavía, porque había partículas que eran del tamaño de un granito de arena y se esparcieron por todo el mundo, y si caían en el ojo de alguien, se incrustaban en él y los hombres lo veían todo deformado y sólo distinguían lo malo, porque el más pequeño trozo conservaba el poder de todo el espejo.

Lo terrible era cuando una partícula se incrustaba en el corazón de una persona, porque se convertía en un pedazo de hielo. Algunos hicieron cristales de gafas con los trozos que se encontraron pero fue espantoso. El que se ponía las gafas veía todas las cosas transformadas en cosas tristes y desagradables y ya no podía ser feliz.

El diablo se desternillaba de risa vendo lo que habían hecho sus discípulos. Se reía tan a gusto que su gordo vientre se agitaba y se cansaba de felicitar a sus alumnos.