KLIMTA

A ROOM OF MY OWN

Tuesday, March 07, 2006

VIOLETA

Amanda nos ha dejado en su blog una misiva: la mejor forma de celebrar el dia de la mujer es no celebrarlo. Si bien es verdad que lo de "los días de" institucionalizados tienen mucho de fachada y poca intención, l@s que vivimos con ciertos valores lo único que cambia en el "día de.." es que lo vivimos con más intensidad, o sacamos el bombo y platillo para celebrarlo. Para mí hay días de ... y anti-días de.. ( dígase San Valentín, etc)
Esto de enarbolar la bandera feminista, reviindicar los derechos de la mujer, etc... está ya como un poco demodé y ya huele, "ya están las pesadas estas feministas hablando de la igualdad, los malos tratos etc". Esto lo suelen opinar aquell@s que consideran que ya está todo conseguido, las mujeres ya trabajamos fuera de casa, los hombres ya "ayudan" en las tareas del hogar, y el gobierno ya ha elaborado una Ley por la Igualdad. Todo esto es una fachada pintada de un color precioso pero si miramos los cimientos o miramos en el interior de la casa veremos las humedades, polillas y carencias que existen. No nos dejemos engañar, mejor dicho no nos engañemos. Llevamos años predicando, pero al igual que dice el refrán "predicar en desierto sermón perdido".
Peri Rossi lo cuenta muy bien en este relato que aquí os dejo:

CANTAR EN EL DESIERTO
Relato de Cristina Peri Rossi

El hecho de que cante en el desierto no debería asombrar a nadie, pues muchas personas lo han hecho desde el principio de los tiempos, cuando todo era arena (también el cielo) y los océanos estaban helados.
Sabemos que cantaron en el desierto, pero no los escuchamos, por lo cual, hasta cierto punto, podríamos decir que cantaron para sí mismos, aunque ése no era, en principio, el destino de su canto.
Puesto que no los oímos, también podríamos dudar de que efectivamente hayan cantado; sin embargo, estamos seguros de que sus voces se elevan o se elevaron por encima de las arenas del desierto, con esa clase de certeza que nos permite afirmar que la Tierra es redonda, sin haber visto su forma, o que gira alrededor del Sol, sin que en los hechos, nos demos cuenta de que nos movemos. Es la clase de convicción que nos hace suponer que han cantado en el desierto, a pesar de no haberlos oído. Por ser el canto una de las aptitudes de la gente y porque existen loS desiertos.
Ella canta a media voz. Las arenas son blancas, y el cielo, amarillo. Está sentada en un médano, a poca altura, con los ojos cerrados, y el polvo le cubre el cuello, las restañas, los labios por donde escapa un hilo de voz como un licor sobre la tierra reseca. Canta sin que nadie la escuche, a pesar de lo cual, estamos seguros de que canta, o de que ha cantado alguna vez.
Con seguridad el hilo de su voz se pierde casi de inmediato en el espacio amarillo que la rodea, sin vibraciones. Y el Sol, que chupa con voracidad las pocas gotas de agua de un lago próximo, se bebe las notas de su canto con furor. No por eso ella deja de cantar, ni tampoco eleva la voz: continúa cantando en medio de las arenas blancas, de las pirámides de sal que se elevan como templos de una divinidad ciega y obtusa. Las arenas, que han devorado a más de un camello y su jinete, ocultan las notas de su canto. Pero al otro día ( o a la otra noche, porque si bien no lo oímos, podemos suponer que también canta bajo el cielo oscuro, en la soledad del desierto) ella vuelve a elevar la voz. Tanta insistencia no sorprende a nadie, pues parece algo intrínseco al canto, ya veces, intrínseco al desierto. A tal punto que nos sería difícil imaginar un desierto sin una mujer apostada sobre un médano, cantando, sin ser escuchada.
La naturaleza del canto nos es desconocida, aunque estamos persuadidos de que el canto existe. Cuando ella baja a la ciudad ( porque no siempre está en el desierto: a veces comparte la vida de nuestras ciudades y ejecuta los actos convencionales que venimos repitiendo desde nacidos) la aceptamos como una habitante más, porque en realidad, nada la distingue de nosotros mismos, salvo el hecho de que canta en el desierto: algo que podemos olvidar, puesto que nadie la oye. Cuando vuelve a desaparecer, suponemos que ha regresado al desierto y que en medio de las arenas blancas y el cielo como un océano, ella alza la voz, eleva su canto que como una gota de agua caída del espacio, el médano se traga.

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Klimta querida, acepto esa cariñosa crítica y me explico, si me lo permites. Yo soy la primera que sale en manifestación el 8 de marzo, que participa en todos los actos que se convocan y acude a todos los homenajes, la que 'obliga' a mis compañeras de trabajo a celebrarlo, aunque sea saliendo unos minutos antes de la oficina y sentándonos, todas juntas, en una soleada terraza a tomarnos un aperitivo que procuro corra a cuenta de la empresa.
No era eso lo que yo pretendía que se entendiese, aunque quizá la he liado. Es la institucionalidad lo que no pienso celebrar, y el que sólo sea un día (o una semana) cargado de buenas intenciones. Hay todavía mucho por lo que luchar, hay todavía mucho por conseguir, soy consciente de ello, como mujer, como trabajadora, como persona. La reivindación ha de durar todo el año, todos los años, hasta que consigamos la no necesidad de celebrar algo 'especial', porque ya se haya convertido en 'normal'.
En cualquier caso, gracias por haber leído mi post y por este 'tirón de orejas'.
Un beso.

Tuesday, March 07, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Bueno, Klimta, venía a decirte lo que ya te ha dicho Amanda (yo también leí su texto y le linquée, qué coincidencia). No me repito. La "lucha" (muy, pero que muy entrecomillado) ha de ser diaria, ¿verdad?

Para mí es un orgullo ser mujer y conocer (al menos virtualmente) a mujeres como vosotras. Un beso muy fuerte. C.

PD. Así que te gusta la nieve, ¿eh? Pues en el pueblo donde viven mis padres te lo ibas a pasar bomba (está en la falda de una montaña coronada con estación de esquí). Más besitos.

Wednesday, March 08, 2006  

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