KLIMTA

A ROOM OF MY OWN

Monday, March 21, 2005

BOOKS

BOCAS DEL TIEMPO


Esta semana, una amiga me dió a leer unos cuentos titulados "La Institución Conyugal" y "La Mujer Ejemplar", como amiga que es lo hizo con intención pues me conoce y sabe cuales son mis gustos y mis ideas. Ambos cuentos tratan, como se puede intuir, sobre la mujer. Le pregunté a María, mi amiga, a quién pertenecían tales cuentos y ella me dió a conocer a Eduardo Galeano, es un escritor uruguayo cuyas obras tienen mucho de denuncia social. Los cuentos aquí nombrados pertenecen a su último libro titulado "Bocas del Tiempo". Todavía no lo he leído al completo, pero os puedo decir que muchos de los cuentos me han encantado. Os animo a comprarlo y leerlo. Aquí os ofrezco una pequeña muestra, he elegido de los más cortos:

OTRO CASTIGO

No sólo por pena de exilio pierden sus mares los pueblos marineros.

Un día sí, y otro también, la marea negra, pegajosa y mortal, ataca las aguas y sus orillas. A fines del año 2002, un buque petrolero, partido por la mitad, vomitó su veneno sobre Galicia y más allá.

Las costas, negras de petróleo, se llenaron de cruces. Los peces muertos y las aves muertas flotaban en la podredumbre de las aguas.

¿El estado? Ciego. ¿El gobierno? Sordo.

Pero los pescadores, barcas ancladas, redes enrolladas, no estaban solos.

Miles y miles de voluntarios enfrentaron, con ellos, la invasión enemiga. Armados de palas y tachos y lo que pudieron encontrar, fueron desnudando trabajosamente, día tras día, semana tras semana, las arenas y las rocas que el petróleo había vestido de luto.

Esas muchas manos, ¿estaban mudas? Ellas no pronunciaban discursos de teatro. Haciendo decían, en gallego: Nunca máis.



Las trampas del tiempo

SENTADA DE cuclillas en la cama, ella lo miró largamente, le recorrió el cuerpo desnudo de la cabeza a los pies, como estudiándole las pecas y los poros, y dijo:

-Lo único que te cambiaría es el domicilio.

Y desde entonces vivieron juntos, fueron juntos, y se divertían peleando por el diario a la hora del desayuno, y cocinaban inventando y dormían anudados.

Ahora este hombre, mutilado de ella, quisiera recordarla como era. Como era cualquiera de las que ella era, cada una con su propia gracia y poderío, porque esa mujer tenía la asombrosa costumbre de nacer con frecuencia.

Pero no. La memoria se niega. La memoria no quiere devolverle nada más que ese cuerpo helado donde ella no estaba, ese cuerpo vacío de las muchas mujeres que fue.



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